—Lo único que digo—continuó Wally—es que si le bajaras un poco a la velocidad, sólo un poco, podrías hacer el salto y evitarte las heridas.
—Yo siempre hago los saltos—discutí.
—¿De qué estás hablando?
—Yo hago bien los saltos. Lo que no me sale es el aterrizaje.