Zee y sus amigos están furiosos porque su refugio de siempre ha sido reemplazado por tiendas que no son para ellos y porque los vendedores los tratan con desconfianza. Para que los comerciantes sepan lo que Zee y sus amigos piensan, Zee pinta un grafiti en la pared de la ferretería. Cuando lo borran con pintura, Zee decide repetir el vandalismo, pero esta vez de una manera más artística. El dueño de una tienda lo descubre con las manos en la masa y lo amenaza con llamar a la policía, a menos que Zee acepte reparar los daños.